YA PUEDEN ENCENDER LAS LUCES

Más de una vez, con mi hijo de meses, o apenas un año, recién dormido, pensé en bajar los cuatro pisos que separaban el departamento de la planta baja y cruzar al chino para comprar algo que me resultaba imprescindible. Mover a mi hijo, luego de una hora para dormirlo, era impensable; entonces me decía: “son dos minutos, minuto y medio si no hay nadie en el súper; cruzo la calle, cuatro metros, agarro la leche y vuelvo, no se va a despertar o, si se despierta, ni se va a dar cuenta que ya estoy acá.” Si alguna vez lo hice, no viene al caso —al menos acá—, lo importante es esa noción, con la que solemos manejarnos, de que todo va a ser más o menos como pensamos, que la realidad cotidiana es inmodificable o previsible; en mi caso, por ejemplo, que no se va a caer el ascensor, ni explotar el calefón mientras no estoy, ni me va a atropellar un auto por cruzar corriendo la calle o se va a caer el techo del chino —todas cosas que cada tanto pasan y en menos de dos minutos.

Algo como eso le sucede a Julián, el protagonista de “Ya pueden encender las luces”, la primera novela de Ariel Urquiza.

Entonces nos encontramos frente al “cómo se sigue”, ¿qué se hace ante la emergencia de una de esas situaciones que, desde nuestra visión de mundo, suelen ser inesperadas o azarosas y, por eso, siempre imprevisibles? Son eventos que provocan cambios, muchas veces radicales, en nuestra cotidianeidad, en nuestros proyectos. En el caso de Julián, un actor desempleado, tal vez casi exitoso en otro momento, una situación inesperada lo pone frente a la necesidad de elegir cómo seguir, cómo actuar —algo en lo que es un “profesional”—; y esa necesidad de elección es, a su vez, posibilidad de intentar seguir con las cosas más o menos como venían o dar un volantazo rotundo, todo, muchas veces, depende del contexto.

Julián, por un encadenamiento de azares, en alguna medida cómicos, se ve envuelto en el mundo de las mafias —estatales en este caso—, de las asociaciones ilícitas, del brazo ejecutor de las maniobras más sucias de algunos gobiernos, el servicio secreto, la SIDE, en este caso aunque eso no se diga.

Julián deberá, hasta la última página de una novela dinámica, que podría ser policial y que también juega con breves análisis sobre la actuación, decidir si intenta rescatar su vida anterior que, parecería, a medida que avanza la noche, ir quedando cada vez más lejos, o cambiar, tomar decisiones que lo llevarán por otros caminos, decisiones, tal vez guiadas, por su propia noche.

 

Sebastian Grimberg

 

  • Ya pueden encender las luces
  • Ariel Urquiza
  • Corregidor – Narrativas al sur de Río Bravo
  • AÑO 2019
  • 158 páginas
  • ISBN 9789500531832