VOCES

Voces, fue el único libro que Antonio Porchia publicó, descubierto por Roger Caillois, apreciado por Borges, muy cercano a Roberto Juarroz, admirado por André Breton. Henry Miller le tenía “entre los cien libros de una biblioteca ideal” y Pizarnik escribió en su correspondencia de amistad con él: “Sólo ellas han logrado hacer pleno este lenguaje”.

Se ha dicho tanto acerca de este libro, sin embargo, es aún lo innombrable, una amalgama de ingredientes que generalmente no se cruzan en la misma dimensión. Las líneas de Porchia rebosan lo que está establecido como aforismo, aunque domina el filo precioso de lo preciso posee también facultades heterogéneas, una lealtad hacia las preguntas, la reflexión inquisitiva del filósofo

El razonar de la verdad, es demencia”, la alquimia del poeta “Herir al corazón es crearlo”, lo terapéutico del chamán, el fuego del loco “Iría al paraíso, pero con mi infierno; solo, no”, lo epifánico e intuitivo del místico: “Antes de recorrer mi camino yo era mi camino”, lo cotidiano del ser humano: “Lo hondo, visto con hondura, es superficie”, el recorrido transparente y humilde del sabio: “Si no levantas los ojos, creerás que eres el punto más alto”.

Y es que en Porchia, no se puede divorciar del todo la obra literaria y la vida, hay una congruencia que entrelaza su universo onírico y su accionar, caso atípico en la historia de quienes escriben. Él no tuvo la necesidad de asistir a instituciones académicas ni de comerse bibliotecas enteras, sus textos y su realidad estuvieron limpios de artificios y adorno excesivos, sus Voces son nada más y nada menos que el implícito resultado de un perpetuo motor: “Todos mis pensamientos son uno solo porque no he dejado nunca de pensar”.

Este libro es considerado por muchos, una maravilla en la literatura moderna, de genero indistinguible, sus palabras son parte de un terreno espiritual, la ganancia de lo humano a través del ser integro. Su mismo carácter etéreo hizo que Voces se propagara en varias versiones reeditadas como el mismo título del libro presagia, en la cadena de la voz, de maneras irregulares y eclécticas, desde reproducciones mecanográficas hasta escritos a mano.

Sus lucidas Voces viajan, y se habla de éstas, porque no hay singular en la soledad de Porchia, su tremenda soledad de cielos e infiernos es lo opuesto a dividirse, lo antagónico de fraccionarse por ser algo. Se alejo lo que conlleva con frecuencia pertenecer a un circulo literario, ser parte del catálogo de especies, del apelativo de la receta de ser “escritor”, de un manoseo continuo, de un manchar la intención.

Su soledad hecha universo se hace palpable en este libro, su voz es un puente a la humanidad. Desde lo denso de su simpleza nuevas formas nos atraviesan, instantáneo pero no fugaz, Antonio Porchia llega para quedarse y acompañarnos en el despertar del silencio.

Alina Kummerfeldt

  • Voces
  • Antonio Porchia
  • Alción Editora

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