UNA CASA JUNTO AL TRAGADERO

Una casa junto al tragadero es la nueva novela de Mariano Quirós, ganadora del Premio Tusquets de Novela 2017.

El Mudo, quien vive junto a su perra India, abandona Resistencia buscando la calma y la tranquilidad del monte, solo necesita acompañarse de la vegetación y todo aquello que la propia naturaleza puede brindarle. Conoce a Insúa, un personaje particular dueño de un almacén que le provee al Mudo de todo lo necesario para subsistir en el medio, a cambio de la camioneta que este tiene. Pero no todo será calma, con la aparición de desconocidos que irrumpen en el hábitat, la tranquilidad se volverá peligro e incertidumbre.

Leerla la historia y transcurrir sus páginas, fue semejante a ingresar en un ambiente de agobiante sol y calor, un ambiente húmedo, donde son más las molestias que uno va sintiendo en el cuerpo y en el alma que las sensaciones gratificantes con las que aliviarse y refrescarse. No solo el río traga todo lo que en él se sumerge, de allí su nombre «Tragadero», sino que la misma historia de Mariano me fue tragando a medida que la historia transcurría. Una historia que atrapa y que no te suelta, que te envuelve en una atmósfera de donde uno no puede zafarse. Así como su protagonista «el Mudo» que tampoco puede zafarse de lo que le va aconteciendo ni siquiera a través de la palabra.

Mariano nos contó como surgió la idea de la novela: » La idea surgió gracias a mi amigo Luciano Acosta, que se tuvo que mudar a Colonia Benítez -un pueblo hermoso a unos 20km de Resistencia, 20km que no son nada pero que para nosotros los resistencianos son un abismo, sobre todo por el cambio brutal, del quilombo de la ciudad a la tranquilidad más bucólica-; se hacían las siete de la noche y, como todo pueblo, en Benìtez se escuchaba nada más que el murmullo del monte aledaño. A Luciano entonces lo invadía terrible angustia, una profunda melancolìa, y la manera que encontró de zafar fue arrastrando hasta Benítez a los amigos, amigas y parientes. Y lo hizo contando historias. A mí, por ejemplo, me habló del Tragadero, el río que acaricia el pueblo. Un río, me dijo Luciano, que se traga las cosas, se traga animales, personas, se traga todo… tenés que escribir algo que se llame Tragadero, me dijo Luciano. Después siguió todo lo que siguió…».-

En medio de la rudeza de una naturaleza hostil, entre pájaros, insectos, yacarés y monos, el lector asiste con una tensión que va creciendo a los peligros del río que todo lo traga y a las amenazas de los intrusos, cuyas intenciones vamos conociendo a través de la mirada del «Mudo», que solo quiere vivir en paz.

Celebro estas lecturas de las que uno sale perturbado, incómodo buscando una salida que quizás llega al cerrar el libro. O no.

Loli Ros