MISIONES, QUIROGA Y LOS CUENTOS DE LA SELVA

hq

Estando en San Ignacio, Misiones, fuimos a conocer la casa de Horacio Quiroga. El escritor nació en Salto, Uruguay, en 1878 y a los veintitrés años se trasladó a Argentina donde vivió treinta y cinco  años hasta su muerte. Algunos años los pasó en Buenos Aires pero en 1906 se mudó a San Ignacio, Misiones, a una chacra de 180 hectáreas sobre la orilla del Alto Paraná, donde tuvo su hogar, sus amores, sus árboles, su selva, su pluma y sus historias.

Pudimos conocer por fuera, porque la estaban refaccionando, la segunda casa donde Quiroga vivió, ya que la primera se incendió. Tuvimos acceso a muchas fotos donde se lo ve en diferentes situaciones, en su casa, con su balsa, con sus hijos, con su segunda mujer (de la primera no hay fotos), con amigos escritores. Pudimos ver también su banco de carpintero con sus herramientas, las primeras ediciones de sus libros, su escritorio con la réplica de la máquina de escribir.

IMG_4527La chacra esta situada en el medio del monte, tiene una vegetación muy frondosa, uno siente que todo el verde se le viene encima. Se escuchan los ruidos de cada animal, de las aves, y estando allí, caminando el mismo parque que Quiroga caminó, viendo la piedra desde donde  el escritor veía el río y donde se sentaba a imaginar y a escribir sus historias, no pude dejar de pensar que la selva tiene un misterio, una calma que invita a acomodarse y a mimetizarte con ella. Y Quiroga así lo hizo.

IMG_4529

Vivió en contacto con la naturaleza, con los animales  y quizás sumando ésto a las tragedias que marcaron su vida (el fallecimiento de su padre, el accidente en el que mata a su mejor amigo, el suicidio de su primera esposa) fue que imaginó tantas historias como los Cuentos de amor de locura y de muerte, publicados en 1917 y Los cuentos de la selva en 1919, libro escrito para sus hijos.

De San Ignacio partimos a la zona del Moconá, nos hospedamos en una cabaña a 30 km de la localidad de El soberbio, ubicada en el monte mismo. La dueña nos habían dejado algunos libros por sí queríamos leer. Los cuentos de la Selva estaban entre esos libros. ¿Casualidad? No lo creo. Así que leí los ocho cuentos casi de un tirón.IMG_4542

Aquí los animales tienen voz propia y dialogan constantemente con el hombre y entre ellos mismos. Entre esos cuentos encontramos La abeja haragana, donde Quiroga resalta el valor del trabajo y que el no hacerlo, juega en desmedro de uno mismo y de la sociedad en la que uno vive. La guerra de los yacarés donde se percibe la puja del hombre por querer avanzar sobre la naturaleza, y como el animal se defiende con uñas y dientes, terminando por adaptarse y por convivir con la civilización. El loro pelado y la astucia de este por querer ganarle al tigre, animal más fuerte pero a quién el loro le gana por viveza.

Sin título-1

Los cuentos de la selva son una buena lectura para los más chicos y una excelente relectura para los adultos (seguramente la primera la hicieron en la escuela primaria), para reestablecer un contacto con Horacio Quiroga, un hombre marcado por muchas desgracias en su vida, y que halló en la pluma, en sus relatos y en la selva, una manera de convivir con tanto amor, tanta locura y tanta muerte.

 

Loli Ros
(El almacén de libros)