TRATADO DE LA DESESPERACIÓN

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El Tratado de la Desesperación escrito por Søren Kierkegaard en el año 1849 es una lectura sin fecha de vencimiento y casi necesaria para aquellas almas curiosas, insaciables de verdad. Este filosofo y teólogo danés nos lleva de la mano en su búsqueda afanada por encontrar la palabra detrás de la palabra.

Kierkegaard nos encara con esa angustia que conlleva intrínsecamente la vida humana. La desesperación en sus formas variadas, en su virtud y defecto. Nos expone ante su carácter de enfermedad crónica como a su sentido de emancipación. Nos conduce a la consciencia de nuestros males, alejándonos de ciertos pensamientos idealizados de nuestro existir. Nos enfrenta a nuestra dualidad, propone estar por encima de nuestros males, en una posición para dominarlos en algún punto, mostrándonos la puerta a la libertad e independencia.

El padre del existencialismo preocupa por lo tangible e intangible, lo virtual y real. Por ello, nos advierte que habitar la imaginación perpetuamente conduce a una embriaguez vacía y en su opuesto, la realidad en exceso carga al individuo del mundo, logrando que se olvide de sí mismo, de su nombre divino y que se asemeje a los demás para ser un número, confundido en el ganado.

A lo largo del libro Søren Kierkegaard nos entrega con prosa, una fórmula abstracta y difuminada de equilibrio, entre finito e infinito, entre deseo y acción. Una fórmula que es fuente de fuerza y valentía para llevar a cabo los viajes del imaginario a la posibilidad, de la posibilidad a la realidad.

Y así, guiados en el retorno hacia nosotros mismos, nos lleva a la marcha de la voluntad apasionada de buscar una verdad por la cual vivir y morir.

 

Reseña de Alina Kummerfeldt