10 PREGUNTAS A VALENTINA VIDAL

 

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¿Cómo fueron tus comienzos en la escritura narrativa?

Escribo desde siempre, pero si tengo que situar un momento en particular, es a partir de una amiga que me pidió que la ayude con un trabajo práctico que consistía en armar una narración a partir de un hecho verídico. Tomé la historia de mis viejos que se conocieron en medio de la revolución del flower power en los años sesentas y cuando me quise acordar había escrito más de veinte páginas con elementos de ficción, pero también históricos. Fue ahí que decidí empezar a formarme en talleres literarios y empezar a absorber conocimiento.

¿Te inspiró alguna persona o alguna situación en particular?

La inspiración partió de la lectura. Me acuerdo de haber leído “Que no se culpe a nadie” de Cortázar y querer escribir un cuento así. Después me pasó con otros autores y autoras, muy especialmente con una antología de cuentos de terror que tenía mi viejo y se llamaba “Antología del cuento fantástico” de Roger Callois que reunía cuentos de todos los países del mundo. Tenía relatos de China, Japón, de los Países Bajos, de todas partes. Básicamente las ganas de empezar a narrar se dispararon a partir de leer las maravillas de la literatura.

¿Existe un horario propicio para ponerte a escribir o cualquier momento del día es ideal?

Mi mejor horario es por la mañana, que es dónde estoy más productiva y nítida, pero como mi horario de laboral (que no tiene que ver con lo literario) empieza muy temprano, trato de optimizar mi tiempo libre cuando sé que estoy menos cansada mentalmente, que es apenas llego a mi casa alrededor de las siete de la tarde. Eso como rutina, luego si estoy entusiasmada en un proyecto como fue el de la novela, puedo escribir en cualquier lugar y en cualquier horario. Hay capítulos que fueron concebidos en un bar durante el almuerzo.  Después viene el desarrollo y el proceso de corrección, que es un trabajo mucho más artesanal y que exige toda mi atención. Para eso necesito una tranquilidad y un silencio en mi casa que se genera haciendo espacio, dejando de ir a cumpleaños, reuniones y todo tipo contacto con el mundo exterior.  Por suerte son períodos muy específicos y no son para siempre.

¿Cómo está ambientado tu lugar de trabajo o donde generalmente sueles escribir?

Con música, luces cálidas, un escritorio, una computadora y algunos objetos que me llevan a las personas que quiero.

¿Cómo surgió la idea de Fuerza Magnética?

Desde la necesidad de narrar un mundo opresivo y las reacciones que tienen los vínculos frente a la desesperación, a las situaciones límites. Por eso es una novela coral que aborda diferentes puntos de vista, y, además, resaltar la importancia de la amistad cuando todo se derrumba. Fuerza Magnética es un sistema cerrado e impiadoso, como lo es el sistema de salud privado en general, pero dentro de ese universo, hay personas que trabajan, hay pacientes que se quieren curar y por sobre todos ellos, empresarios que sólo quieren ganar dinero. Es frente a esas casualidades y causalidades que los vínculos se transforman y se ven azotados por lo circunstancial de un directorio que hace un ejercicio de poder perverso. Dos amigas, Alina y Jimena trabajan en un centro de salud.  A partir de que Alina es diagnosticada con una enfermedad y pasa a ser paciente, pasan a tener dos miradas: Alina; desde su cuerpo, con los tratamientos y las incertidumbres sobre su futuro laboral. Jimena; desde el puesto de Alina, porque la reemplaza, será quien vea el otro cuerpo enfermo: la clínica. A partir de ahí esas miradas serán las observadoras de dos mundos atravesados por las situaciones límites y la empatía, pero también por las deslealtades. Los disparadores fueron varios, pero sobre todo haber trabajado muchos años en una clínica de estas características, me dio la posibilidad de crear mundos ficcionales sobre una base existente y conocida.

¿Qué estás leyendo actualmente?

De todo, me acabo de comprar el libro de cuentos “Tres luces” de Claire Keegan, y “Esma”, una novela gráfica de Juan Carrá y de Iñaki Echeverría que trata sobre los terribles años de la dictadura militar a partir de los juicios a la Primera Junta. Hace menos de una semana terminé “Cuplá” de Yamila Begne, que trata de un pueblo con tiempos y dimensiones diferentes, y es una pieza de relojería, una historia preciosa. Pero podría nombrar muchos títulos, leo varios libros a la vez.

¿Cuáles son tus autores preferidos y que recomendarías leer?

Roberto Bolaño, Juan José Saer, Gabriela Cabezón Cámara, Hernán Ronsino, Mariana Enríquez, Silvina Ocampo y Sara Gallardo, entre otros, después hay un montón de narradores que son imperdibles, como el caso de Gloria Peirano, Martín Sancia Kawamichi, Héctor Prahim, Dolores Reyes, Mariano Quirós, Marcelo Rubio, que en realidad vienen escribiendo desde hace rato, pero salen con primeros, segundos y terceros libros que son piezas narrativas con una profundidad impresionante y un trabajo con el lenguaje extraordinario.

¿Algún libro al que volvés cada tanto o te haya marcado y que nos quieras contar?

Detectives salvajes de Roberto Bolaño es un libro que me marcó muchísimo, porque como decía antes, me interesa mucho lo coral, los diferentes puntos de vista ante una misma situación, y esa novela se estructura mucho desde ahí, con condimentos de road movie, de amistad y de literatura. Arturo Belano y Ulises Lima, los protagonistas, que vienen a ser los alter ego de Bolaño y su amigo el poeta Mario Santiago Papasquiaro, se lanzan a la búsqueda de la poeta Cesárea Tinajeiro para encontrar el único poema que escribió y que terminan siendo unos gráficos muy enigmáticos. En el transcurso, atraviesan infinidad de situaciones repletas de poesía, humor y amistad, con un lenguaje riquísimo.

Si tuvieras que elegir un personaje de ficción de algún libro para sentarte a charlar un rato, ¿a quién elegirías?

Bueno, lo haría con Lima y Belano, pero sin dudas me encantaría participar de la caminata de veintiún cuadras que emprenden Angel Leto y el Matemático en Glosa, de Saer.

¿Existe algún libro famoso que te hubiera gustado escribir?

Glosa y los Detectives Salvajes. También me hubiera encantado tener la capacidad de escribir una novela como la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara, su intervención en el lenguaje es brillante. Ver el otro lado, la otra historia y desarmar la oficial para abrir las diferentes posibilidades sobre lo que se nos dio como hecho, me parece un hallazgo deslumbrante.

 

Muchas gracias Valentina Vidal por tus respuestas!!!