10 PREGUNTAS A FERNANDA GARCÍA LAO

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¿Cómo fueron tus comienzos en la escritura?

Los comienzos son difíciles de rastrear. Uno no les da entidad hasta que se hacen vicio. En mi caso, fue oral: practicaba el monólogo desde que aprendí a hablar. Tenía, además, necesidad de escribir. Me gustaba trazar sobre el papel formas que simulaban letras y luego inventar que leía, que aquellos garabatos decían algo. También recuerdo la fascinación que ejercía sobre mí la escritura de la ciudad. Iba en auto preguntándome qué significaban todos esos carteles. Imaginaba lo que no entendía y les había atribuido significados nada triviales. Cuando supe leer me sentí decepcionada. La realidad sabía a poco, era propaganda. Luego llegó la poesía, el diccionario. A los doce escribía canciones y poemas excedidos de tono. Plagados de esdrújulas. Cuando empecé a leer teatro, necesité escribirlo y la grandilocuencia fue erradicada. En su lugar apareció el absurdo.

¿Te inspiró alguna persona o alguna situación en particular?

Mis padres fueron más que inspiradores, conspiradores. La biblioteca y la conversación eran prácticas frecuentes en casa y a nadie se le perdonaba la pereza intelectual. Imposible evadirse del correcto uso de la palabra. Mi padre era más estructural, fanático de la etimología. Mi madre aportaba un tono más extravagante, surrealista. Además, con mis dos hermanas hacíamos puestas teatrales en casa. Las siestas mendocinas fueron el espacio de permiso para probarse en la ficción. Mientras los grandes dormían nosotras hacíamos simulacros de Chejov en el living.

 

¿Existe un horario propicio para ponerte a escribir o cualquier momento es ideal?

No tengo horario para escribir y basta que tenga poco tiempo para que me siente a teclear con locura. Soy hija del dead line.

¿En qué lugar de tu casa te gusta escribir?

En general en mi escritorio, pero si no estoy en casa en cualquier lugar. Ahora, por ejemplo. El lugar de la escritura es la cabeza.

¿Cómo está ambientado tu lugar de trabajo?

Está ambientado al noreste.

¿Cómo surgió la idea de “Muerta de hambre” y en qué te basaste para escribirlo?

Muerta de hambre surgió a partir de la experiencia física de meterme en un cuerpo de goma espuma. Estaba escribiendo el personaje de una obesa que iba a interpretar yo misma y no pude resistir la claustrofobia. La sensación del peso, la soledad como una losa. La enormidad de ese cuerpo alteraba mis ideas. Me puse en ese lugar y apareció María Bernabé. Entonces me olvidé un poco de mí. Pero a través del lenguaje. Para encontrar el habla de esa mujer particular, apareció mi afición por el monólogo. Me grababa mensajes en el contestador para no olvidar sus frases. Andaba todo el día con ella en la boca.

 

¿Qué estás leyendo por estos días?

Estoy leyendo japoneses últimamente. Acabo de terminar una novela de Mizumura que me pasó Juan Forn. Antes, Tanizaki, Dasai, Kenzaburo Oé, Kawabata, etc.

¿Cuáles son tus autores preferidos?

Varían todo el tiempo y soy infiel y desmemoriada. No tengo autores preferidos sino obras. Pero odio el sistema de podio: éste primero, el otro después. Detesto la literatura conservadora, eso sí. La que se hace con molde, como un flancito.

¿Qué autores recomendarías leer?

Recomiendo leer lo que no está de moda. Andar por un derrotero propio. Sino todos terminamos opinando lo mismo. Recomiendo no aceptar recomendaciones.

¿Existe algún libro famoso que te hubiera gustado escribir?

No.

 

Muchas gracias Fer por tus respuestas y por la buena onda de siempre!