UN VIEJO QUE LEÍA NOVELAS DE AMOR

 

Un viejo que leía novelas de amor (1989) Luis Sepúlveda

Leía lentamente, juntando las sílabas, murmurándolas a media voz como si las paladeara, y al tener dominada la palabra entera la repetía de un viaje. Luego hacía lo mismo con la frase completa, y de esa manera se apropiaba de los sentimientos e ideas plasmados en las páginas. Pág. 35

Un viejo que leía novelas de amor, es una novela corta, que relata las andanzas de Antonio José Bolivar Roaño en El idilio, un pueblo ubicado en medio de la selva amazónica. Sin ser nativo de la zona, el protagonista convivió con los Shuar (pueblos originarios del lugar) y aprendió los secretos de la selva: a respetarla, comprenderla y sobre todo, a sobrevivir en ella. Sin embrago, no todos los habitantes de El Idilio contaban con esa sabiduría, y no tardó en verse afectado en una expedición planificada en pos de garantizar la seguridad de la aldea, amenazada por el uso irresponsable de los recursos que hizo uno de los ‘gringos’ que frecuentemente la visitan.

En este contexto, el protagonista descubre que existen los libros y, aunque no sabe cuál es el género que le gusta, emprende una exhaustiva búsqueda hasta definir que eran las novelas de amor sus preferidas.

“Fueron cinco meses durante los cuales formó y pulió sus preferencias de lector, al mismo tiempo que se llenaba de dudas y respuestas. Al revisar los textos de geometría se preguntaba si verdaderamente valía la pena saber leer, y de esos libros guardó una frase larga que soltaba en los momentos de mal humor: ‘la hipotenusa es el lado opuesto del ángulo recto en un triángulo rectángulo’. Frase que más tarde causaba estupor entre los habitantes de El Idilio, y la recibían como un trabalenguas absurdo o una abjuración incontestable” Pág. 68.

Se trata de un conmovedor libro compuesto de ocho capítulos, que reflejan la crudeza de la vida en la selva, los riesgos y peligros de la ignorancia y principalmente la inocencia y ternura del viejo lector, que busca un refugio de la hostilidad humana en la literatura romántica.

‘Antonio José Bolivar Proaño se quitó la dentadura postiza, la guardó envuelta en un pañuelo sin dejar de maldecir al gringo inaugurador de la tragedia, al alcalde, a los buscadores de oro, a todos los que emputecían la virginidad de su amazonia, cortó de un machetazo una gruesa rama, y apoyado en ella se echó a andar en pos de El Idilio, de su choza, y de sus novelas que hablaban de amor con palabras tan hermosas que a veces le hacían olvidar de la barbarie humana’. Pág. 135.

Helga Fourcade

  • Un viejo que leía novelas de amor
  • Luis Sepúlveda
  • TusQuets
  • Año 1989
  • 135 páginas
  • ISBN 978-84-8383-530-2