TODA UNA VIDA

 

Un título neutro, sin mucho “gancho”. Una historia sencilla: el relato de la vida de un hombre común. ¿Dónde reside el encanto de esta breve novela? Toda una vida, de Robert Seethaler (Salamandra, 2017), atrapa por la manera de narrar la historia de un personaje que, previsiblemente, no dejará huella perdurable en el mundo. Andreas Egger vive en una región alpina. En realidad, él es parte de ese paisaje montañoso donde crece, sufre, trabaja, ama. Como si estuvieran fusionados, él y el paisaje. Sólo se aleja cuando le toca ir a la guerra; ocho años después vuelve y se queda para siempre. A veces curioso, a veces desconcertado, observa los cambios que se producen en la región: la construcción de un primer teleférico, la llegada de turistas, más teleféricos, el crecimiento de los servicios hoteleros y gastronómicos. El pueblo progresa, pero Andreas, aun participando como trabajador en algunos de esos rubros, mantiene su conexión primordial con la naturaleza. Íntimamente es siempre el mismo, capaz de atravesar todo tipo de adversidades y seguir adelante. El narrador acompaña a su personaje con delicadeza; sin idealizarlo, y sin golpes bajos. La descripción de sus últimos instantes de vida, mostrados desde su propia percepción, es un alarde de economía narrativa y sensibilidad.

 

Diana Raschelli de Ferraris