EL VIENTO DE LAS HORAS

El viento de las horas (Seix Barral, 2015) nos trae recuerdos y reflexiones de Ángeles Mastretta, quien recorre con una mirada afectuosa su infancia, su juventud y su madurez, enmarcadas en la ciudad donde nació —Puebla— y en la que actualmente la alberga —México—. No hay un ordenamiento cronológico, el tiempo avanza y retrocede y los temas parecen ir surgiendo y conectándose llevados por las analogías con que opera la memoria. “Yo soy de las que se pierden en el arte de divagar.” El Caribe, las dietas, sus dos perros, el salón de belleza, su tía adivina, festejos religiosos, pregones, bandas, sus hijos, la presencia de los muertos, el encanto de Cozumel, sus hermanos… Entre tantas evocaciones, la nostalgia de un pasado sin sobresaltos: “Era la paz entonces (…) el tiempo era nuestro (…) no había nada que temer”. Y sin embargo, ante la realidad de un presente mucho menos pacífico, insiste en una afirmación que es un verdadero leit motiv de confianza vital: “Hay gente buena. Es cosa de dar con ella”. Horas antiguas, horas recientes…, el viento las lleva, las trae, las mezcla. Rescatadas por la autora, configuran un fresco del último medio siglo de México.

 

Diana Raschelli de Ferraris