EL DESAYUNO DEL VAGABUNDO

El desayuno del vagabundo, de Richard Gwyn (Bajo la Luna, 2014), comienza con una simetría: varias muertes se producen en una misma fecha, en distintos países, sin ningún significado especial más que coincidir con el irse de un lugar a otro. Y eso es lo que ocurre durante casi todo el libro: el narrador vagabundea por el mundo, llega a estados límite de indigencia y alcohol, tanto que uno se maravilla de la capacidad de recuperación del ser humano: todo lo que leemos es el pasado del propio autor. Sin embargo, no es sólo desplazarse de aquí a allá: hay otro viaje, interno, que avanza en un plano paralelo. Hacia el final, llega la “metamorfosis”, el pasaje al mundo de los no indigentes como si de otra raza se tratara. A esto se suma un estado de enfermedad constante (al autor le diagnostican encefalopatía hepática). La historia completa transcurre mientras espera la llamada que le anunciará que hay un hígado disponible para él y, durante esa espera, se intercalan los capítulos que relatan el pasado. Cualquier futuro implica una muerte: o la de él, esperando un hígado que no se sabe si llegará, o la del donante. Por eso escribe como quien se despide y, sobre todo, como quien no quiere guardarse nada.

Anahí Flores

  • El desayuno del vagabundo
  • Richard Gwyn
  • Bajo la Luna
  • Año 2014
  • 256 páginas
  • ISBN 9789871803644