10 PREGUNTAS A GABRIEL LERMAN

 

Gabriel Lerman. Escritor y ensayista. En 1999, su novela Rutas para cuatro viajeras (Simurg, 2000) recibió un premio en su rubro del Fondo Nacional de las Artes. Poco después, escribió la obra testimonio 1949-1999. Argentina-Israel, encuentro de dos naciones. (Embajada de Israel-ICAI, 2000). Su ensayo La plaza política. Irrupciones, vacíos y regresos en Plaza de Mayo (Colihue, 2005) mereció un subsidio del Fondo de Cultura BA (2004) y una mención en el concurso de ensayo del Fondo Nacional de la Artes (2004). En 2005 también publicó, en coautoría con Santiago Senén González, la compilación 17 de octubre de 1945. Antes, durante y después (Lumiere, 2005). Escribe en el suplemento Radar del diario Página/12. Es licenciado en Comunicación por la Universidad de Buenos Aires, y realiza una maestría en Cultura y Comunicación por la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

¿Cómo fueron tus comienzos en la escritura narrativa?

Me gusta escribir de niño, pero empecé a tomármelo más en serio en la adolescencia. Fue a partir de una suerte de psoriasis que me surgió en las uñas de las manos.

¿Te inspiró alguna persona o alguna situación en particular?

En mi familia, mi padre Jimmy Lerman siempre estuvo vinculado a la música, a la producción y al arte en general. Tuve un tío, Alejandro Oster, que fue autor de teatro judío y porteño.

¿Existe un horario propicio para ponerte a escribir o cualquier momento del día es ideal?

Me gusta escribir de noche. Y el hecho de escribir al mismo tiempo que hago otros trabajos muchas veces me obliga a compatibilizar horarios imposibles. Alguna vez espero tener una mayor disponibilidad que me permita elegir de manera más deseante los momentos. Por ejemplo, una importante cantidad de páginas de mi última novela las escribí durante un fin de semana largo en el Tigre.

¿Cómo está ambientado tu lugar de trabajo o donde generalmente sueles escribir?

En los últimos años me mudé bastante, y no he llegado a construir un ámbito específico de trabajo. He escrito en lugares de veraneo o distante de Buenos Aires, y he escrito en bares, no por una actitud necesariamente bohemia sino porque era el único espacio, notebook mediante, de tranquilidad.

¿Cómo surgió la idea de tu última novela “Al sur”?

Desde que nací hasta los 24 años viví a pocos metros de la Autopista 25 de mayo, a pocas cuadras de Parque Chacabuco. Incluso presencié durante la infancia las obras de construcción. Esa irrupción de la autopista como marca urbana fue bastante clave. Sin embargo necesité años de pensar la ciudad, de incorporar otros saberes, para comprender mejor de qué se trataban esas marcas en el espacio urbano. Incluso a partir de mis estudios en comunicación tomé contacto con ciertos conceptos sobre semiología urbana, arquitectura histórica, y finalmente con la ciudad de Bauelaire y los poetas malditos. Esos reordenó toda una idea para mí más interesante sobre el sentido del ser porteño, la diversidad indentitaria de sus clases medias, su centralidad en la vida social y política del país. El corte fuerte más o menos consistente entre el norte y sur de la ciudad es algo decisivo. Y para las diferentes configuraciones de identidad, ser y pertenecer a uno u otro lado tiene su valor. Con todo eso quise hacer una novela. Pero faltaba algo más, y eso era una trama más vinculada al barrio y los efectos. Por allí surgió toda imaginería familiar, por la rama materna. Los Porcellana son de Parque chacabuco, y había algunos rituales de la familia materna que quería rescatar. Los asados de cada 1ro. de mayo, por ejemplo. Y encontré, además, una información muy valiosa: la historia de mi abuela materna, con problemas psiquiátricos, internaciones, deterioros, que en los años sesenta se atendía con un psicoanalista del Hospital Piñero.

¿Qué estás leyendo estás actualmente?

Leo bastante a Philip Roth. Y a Leonardo Padura. Y leo mucho material de ciencias sociales. Por mi trabajo, estoy en contacto con las novedades en Historia, Patrimonio Cultural, Sociología, Comunicación.

¿Cuáles son tus autores preferidos y que recomendarías leer?

Auster, Roth y Kureishi. Recomendaría «La invención de la soledad» del primero, «Patrimonio» del segundo y «Mi oído en su corazón» del tercero. Los tres libros sobre el tema del padre. Y ya que estamos en tema, incluiría en el tema la «Carta al Padre» de Kafka y la reciente y argentina novela de Martín Sivak «El salto de papá».

Lo mejor y lo peor del ser escritor.

Es mi vida, está en mis tripas. No me puedo pensar sin escribir, sin escribirme. Es casi como decir lo mejor y lo peor de mí mismo. Entiendo que a veces aburro, con mis parrafadas. Quisiera ser más fresco, pero entiendo que los que me aman me toleran bastante. Y lo mejor es que la relación con los libros y con las palabras te permite encontrar una forma de comprensión humana que, si bien no te salva, al menos te protege de un desangelamiento creciente y feroz q nos envuelve como sociedad.

Si tuvieras que elegir un personaje de ficción de algún libro para sentarte a charlar un rato, ¿a quien elegirías?

Benjamin Sachs y Peter Aaron de la novela Leviatán, de Paul Auster. Me gustaría cenar con ellos en Nueva York, en Little Italy, y luego traerlos a un bodegón porteño y hablar de los 70.

¿Existe algún libro famoso que te hubiera gustado escribir?

Un montonazo, que me daría vergüenza confesar. Últimamente estoy pensando mucho en el Teatro, a partir de una experiencia que hice. Voy a responder al revés: me gustaría hacer alguna adaptación de Roberto Arlt.

 

¡¡Muchas Gabriel por tus respuestas!!